KINSHASA, 5 Dic. (DPA/EP) – El ministro de Industria de República Democrática del Congo (RDC), Julien Paluku, ha elevado a 300 los civiles fallecidos el pasado martes en una presunta masacre cometida por el grupo rebelde Movimiento 23 de Marzo (M23) en la localidad de Kisishe, territorio de Rutshuru, en el este del país. Paluku, antiguo gobernador de la región de Kivu Norte, ha explicado en rueda de prensa que entre los fallecidos hay menores de edad que fueron masacrados en una iglesia y en un hospital.
Sin embargo, el M23 ha denunciado que las acusaciones de Kinshasa son «infundadas» y ha resaltado que «el M23 nunca ha atacado a poblaciones civiles».
En el marco de una cumbre en la capital de Angola, Luanda, para avanzar en la normalización de las relaciones diplomáticas, RDC y Ruanda acordaron el alto el fuego el pasado viernes, así como una retirada de M23 de las zonas recientemente conquistadas en la provincia.
La nueva ronda de conversaciones en la capital de Kenia, Nairobi, que arrancó el lunes de la semana pasada, tiene lugar después de que el grupo rebelde afirmara que acepta en principio el acuerdo para un cese de hostilidades en la provincia de Kivu Norte, aunque avisó de que se reserva cualquier derecho a responder a cualquier ataque.
Por otra parte, al menos trece personas han muerto este lunes en un ataque de individuos armados en la aldea de Kingala Matele, en el territorio de Bagata, en Kwilu.
Los asaltantes, encabezados por alias ‘Mobondo’, procedían de Bukangalonzo, en la provincia de Kwango, según ha explicado el jefe del sector de Wamba, Martin Gabia, en declaraciones al portal congoleño Actualite. El pueblo fue saqueado por los atacantes.
Todas las muertes fueron civiles y se cree que al menos 17 eran niños, dijeron.
Muyaya agregó que era difícil desglosar los datos en su totalidad dado que el área estaba “bajo ocupación del M23″.
El movimiento 23 de marzo, o M23, es un grupo rebelde tutsi predominantemente congoleño que estuvo inactivo durante años.
Volvió a tomar las armas en noviembre del año pasado y en junio se apoderó de la ciudad de Bunagana, en la frontera con Uganda.
Después de un breve período de calma, volvió a la ofensiva en octubre.
Kinshasa acusa a su vecino más pequeño, Ruanda, de brindar apoyo al M23, algo que expertos de la ONU y funcionarios estadounidenses también han señalado en los últimos meses.
Kigali niega el cargo y ha acusado a Kinshasa de colusión con las FDLR, un antiguo grupo rebelde ruandés hutu establecido en la República Democrática del Congo tras el genocidio de la comunidad tutsi en 1994 en Ruanda.